Ese misterio que merece plena compañía



Duele escribirlo, pero no pocos cubanos huyen despavoridamente de José Martí. No en la palabra, que a menudo consigue disfrazarlos, sino en los hechos, ese fiel autorretrato de cada uno. Se alejan un paso de la órbita limpia del Apóstol y muy pronto pierden brújula y gravedad en la andadura moral de esta centuria.

Martí no les conviene. Ese hombre de ropa escasa, de comida frugal, de hondo calado, de cero tienda y tanta alma es un adversario formidable de los esclavos de las marcas y los cultores de lo superfluo que han crecido también aquí, en las márgenes del proyecto cubano, y que a la sombra de unos cuantos billetes pretenden acaparar los beneficios de un proceso que pertenece a todos los cubanos.

Porque junto al pueblo que lucha pulcramente —y que con justicia recibe la mayor parte de las miradas de la prensa— han proliferado vanidades, egoísmos, ambiciones… que se erigen en negación frontal del ideario del héroe de Dos Ríos.


Él, que nunca buscó la gloria aunque sabía que su pensamiento sería perdurable, nos dio todas las claves para hacer digno al hombre cotidiano, ese ser esencial para conformar el tejido de la sociedad. Sus textos y su vida hablan constantemente de la virtud, y lo más ejemplar de ese acto es que todavía dicen cosas nuevas.

En estos días en que mentes pequeñas certifican su éxito en continuas «gozaderas» —y otras hacen del término su ideal—, un hombre de enorme acierto para morir y vivir nos recuerda un par de cosas. Martí era un gran sensible, no un amargado. Con una precisión que en él era redundante, Cintio Vitier veía en el Maestro una ética del sufrimiento y una creencia en su carácter compensatorio y redentor, pero también una ética del goce espiritual y de una limpia sensualidad. ¿Habrá mejor forma del disfrute?

Y si doña Gabriela Mistral calificaba al hombre de La Edad de Oro como el «más puro de nuestra raza», Cintio añadía con devoción cultísima: «el más completo».

Citar en vano a José Martí es la peor doblez que pueda cometerse pero, en otra antípoda, a menudo —fuera de academias y escuelas donde se le preserva como valiosísima cepa moral de la nación— se le extraña en los diálogos comunes y en los actos frecuentes, justo donde más puede ayudarnos. Y a veces uno siente que en poco tiempo pasamos, del sonoro debate sobre valores que tanto tienen que ver con él, a un silencio inquietante.

Nunca nos dejó solos: en la misma presentación del libro que dedicó a su Ismaelillo habló de su fe en la vida futura, nuestra vida, y apostaba por la utilidad que hoy cosechemos de la virtud, pero esa confianza y ese amor son también exigencias. Martí tiene un índice poderoso con el cual señala y fustiga los errores, sean de guante negro o cuello blanco.

Ahora que le reiteramos homenaje, es buen momento también para ubicar sus rivales y acompañarlo a ganar. Acaso repitiendo el oficio de su padre, José Martí es el celador más estricto de esta Isla: nos evalúa constantemente y constantemente nos recuerda, sin hablar, su holocausto entre ríos, sus renuncias personales, su vida de austera peregrinación cuando para un hombre como él hubiera sido tan preciado un nido tranquilo donde reposar de sus constantes vuelos por el mundo.

Este pueblo repleto de creencias sabe que no hay mejor resguardo nacional que la militancia martiana, pero para alcanzarla no basta la coincidencia de simple geografía. El Delegado pide más.

No, definitivamente José Martí no conviene a todo el mundo. Ni a él le interesa. En su nutrido ejército de almas ha habido unos cuantos desertores porque es mucha la entereza moral de este Amor General del Ejército Libertador. Sus enemigos son los mismos rivales de Cuba, esos que no parecen enterarse de que deshonrarlo deshonra.

Hay que querer para ver, más que de Paula a Dos Ríos: en la multitud de nuestras calles camina todavía un hombre pensativo, de ropa oscura y pecho claro. ¡Pobre de quien no lo vea!       

5 comentarios:

  1. Que buena tu nota me solidarizo contigo, duele...hay muchxs personas escudandose falazmente en Martí y luego ni siquiera lo han leído y comprendido.
    Gracias por compartir

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    1. Gracias a usted, Ava María. Creo que la primera prueba de amor por José Martí es asumirlo realmente a la luz de estos tiempos. Un saludo.

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    2. Mi nombre es Eva
      Qué nos diría si nos hablara hoy? Porque pienso como tú en cada ser humanos que el amor y la ética van de la mano está presente su enseñanza. Cuándo cumpliremos los cubanos con su guerra tan necesaria?
      Es reconfortante leer a Jóvenes de hoy que sienten al Apóstol como lo que es un guía espiritual lleno de vida.
      Saludos y mis deseos de que tengas una buena semana
      pd: no siempre puedo comentar (por velocidad de conexión) pero sigo con mucho agrado tu blog.
      Hasta la Victoria Siempre Enrique

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    3. Bueno, mis propios deseos para usted. Parece que usted y yo, como otros cubanos, compartimos la dicha de haber identificado al mejor guía de la nación y hemos echado a andar con él. Gracias.

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    4. Esa es la utopíam no dejar de creer, crecernos, para crear con amor y estar convencidos del éxito.Martí afortunadamente nos acompaña. Soy yo la que te agradece , no siempre uno encuentra las palabras exactas para describir lo que nos inspira el Apóstol, y tú lo haces con mucha magia.

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