Una brújula para (no) leer

Si algún estudioso se ha perdido por estos lares de la Red puede regresar a su sitio. Esta no es una página académica ni pretende, ni podría, hablar de ese José Martí químicamente puro, de fechas cronometradas, que tanto bronce ha consumido en el mundo… y que merece más. Yo, que prefiero escucharle, apenas propondré unas cuantas letras para compartir las honduras humanas que más me conmueven del hijo de Mariano y Leonor.

Además de cuanto dio, lo que hace a Martí de cualquier parte es la manera en que nos lo damos nosotros, todavía, para saciar vieja sed y calmar ciertas hambres. Un secreto, ahora que se fueron de un clickazo los teóricos: este espacio sólo ambiciona un minuto en el tiempo de los martianos comunes, esos que, por sobre la marcialidad de las estatuas, prefieren la piel, tensa o arrobada, del ser humano que las inspiró. Es por ello que siempre, aun cuando llamen a José, mis letras buscarán a Pepe.